Niños quisquillosos: Presión y recompensas al comer
Nov. 26, 2020
Los padres que se vuelven locos con los hábitos alimentarios caprichosos de sus hijos pueden consolarse en el hecho de que en parte se debe a la naturaleza y en otra a su crianza. De acuerdo con investigaciones sobre el comportamiento de niños de 16 meses de edad, ser demasiado selectivo a la hora de comer y rehusarse a probar cosas nuevas está fuertemente influenciados por su código genético y no es simplemente un resultado de su crianza.
“El hecho de que estas cualidades estén tan influenciadas por la genética a tan temprana edad nos indica lo innata que es esta tendencia, y que no tiene que ver con que los papás estén promoviendo estos comportamientos —esto ya está ahí desde los 16 meses”, dijo Andrea Smith, estudiante de doctorado en University College, London, y autora principal del artículo. Sin embargo, agrega que algunos factores ambientales externos, tales como el hogar, también juegan un papel importante, y los padres pueden estar tranquilos sabiendo que estas conductas pueden modificarse.
En el escrito para la revista Child Psychology and Psychiatry, investigadores ingleses y noruegos describieron cómo sondearon el impacto de la genética en los comportamientos alimentarios de niños pequeños, sacando provecho de los datos de gemelos que se registraron en un proyecto del Reino Unido conocido como Gemini. Más de 1,900 familias con gemelos de 16 meses de edad participaron en este estudio.
Los padres completaron un cuestionario que indagaba sobre los hábitos alimenticios de sus pequeños, incluyendo si los niños disfrutaban probar una buena variedad de alimentos y si se rehusaban a probar ciertas cosas. Observando lo similar que eran los resultados entre gemelos idénticos, quienes comparten todos sus genes, compararon qué tan similares eran sus datos a los de gemelos fraternales, (quienes comparten sólo un 50% de los genes que hacen a las personas diferentes entre sí); así los investigadores lograron discernir los factores genéticos que influyen en sus comportamientos alimentarios.
Los hallazgos revelaron que los niños quisquillosos también solían rechazar alimentos nuevos para ellos, manifestando muchos factores genéticos y ambientales en común entre ambas conductas. Además, los resultados sugieren que la genética juega un papel primordial en los hábitos alimentarios de los niños. “A los 16 meses de edad, encontramos que el 46% de las variantes de estas conductas tenían explicaciones genéticas, y que el 58% del rechazo por los alimentos nuevos tenían la misma explicación”, dijo Smith.
Factores ambientales en común, tales como el hogar, también afectan ambos comportamientos, aunque parecen tener un mayor impacto en que sean particularmente selectivos en su alimentación. Esto sugiere que, sin importar ciertas tendencias genéticas, algunas acciones por parte de los padres influyen en los comportamientos de sus hijos. “Sabemos que nuestros genes no determinan nuestro destino”, dijo Smith.
“Los padres tienen el poder de influir positivamente en los hábitos alimentarios de sus hijos”. Smith dice que no deben forzar a sus pequeños para que coman lo que están rechazando, sino que deben ofrecérselo varias veces entre comidas y premiarles cualquier intento de probarlo u olerlo. No se sabe exactamente qué genes contribuyen en sus actitudes caprichosas y el rechazo de algunos alimentos, pero Smith comenta que hay muchos genes que podrían estar involucrados.
“Nunca habrá un gen específico que sea el causante de estas actitudes, pero hay muchos diferentes”, dijo. “Estos efectos genéticos pueden realizar pequeñas diferencias de personalidad en conductas alimentarias, en qué tan sensibles son ciertas personas a texturas y sabores, a qué tan extrovertidos y abiertos son ante situaciones nuevas”.
Aunque estudios previos señalaban el papel de la genética en estos comportamientos de niños más grandes y adultos, Smith dice que el nuevo estudio muestra que esos genes tienen un fuerte impacto desde una edad temprana. Tim Spector, profesor de epidemiología genética en King’s College London, quien no estuvo involucrado en el estudio, concuerda en que el estudio tiene grandes noticias para los padres. “Cada niño es diferente”, dijo. “Existe una tendencia genética a ser quisquilloso”.
No obstante, agrega que los padres deben ser conscientes de que estos comportamientos no son inamovibles. “Puedes modificarlos haciendo ajustes en los hábitos familiares, la manera en la que le ofreces la comida al niño y el concepto general de comer”, dijo.
Smith, A. D., Herle, M., Fildes, A., Cooke, L., Steinsbekk, S. and Llewellyn, C. H. (2016), “Food fussiness and food neophobia share a common etiology in early childhood”. J Child Psychol Psychiatry.
Link: https://www.theguardian.com/science/2016/oct/14/is-your-child-a-fussy-eater-the-reason-could-be-in-their-genes