Microbiota materna e inmunidad del recién nacido

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Sep. 21, 2020

 

La leche maternal ha sido aplaudida por sus efectos saludables en recién nacidos y su habilidad de brindar inmunidad contra ciertas infecciones. Ahora, estudios realizados por la Escuela de Medicina de Harvard que fueron aplicados en ratones muestran que, parte de estas cualidades protectoras, provienen de una fuente inesperada: los microbios que residen en los intestinos maternos.

 

El estudio, que fue publicado el 8 de junio en Nature, explica que los anticuerpos creados como respuesta a un organismo particular en los intestinos maternos, se pasan a los bebés a través de la leche y la placenta para proteger a los recién nacidos de, por lo menos, un microbio potencialmente letal: E-coli.

 

Los hallazgos contribuyen a una gran cantidad de evidencias que señalan la importancia del papel que tiene la microbiota, los trillones de microbios que se encuentran en el intestino, la piel, boca y otras partes de los cuerpos de los mamíferos, incluyendo a los humanos enfermos o sanos.

 

Sin embargo, esta investigación da un paso más allá: identifica la microbiota materna como una fuente de inmunidad para los bebés.

 

Además, sugiere que la microbiota intestinal puede ofrecer inmunidad aun cuando las madres no han padecido alguna infección que les permita generar y compartir anticuerpos protectores a sus hijos.

 

“Nuestros resultados ayudan a explicar por qué los recién nacidos están protegidos de ciertos microbios causantes de enfermedades, sin importar el subdesarrollo de su sistema inmunológico e inexperiencia con estos microbios. Así mismo, plantean la posibilidad de que las madres pueden conceder protección a sus recién nacidos, incluso de patógenos con los que ellas mismas no se habían topado antes.”

 

— Dennis Kasper, investigador principal del estudio y profesor de inmunología, Instituto Blavatnik, Escuela de Medicina de Harvard.

 

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Investigadores afirman que, si esto se consolidara tras otros estudios, los hallazgos podrían revolucionar el diseño de terapias microbianas para tratar infecciones peligrosas, tales como el E. coli y otras.

 

“Si bien no definitivos, esperamos que estos enfoques nos informen más sobre el desarrollo de vacunas derivadas de moléculas comensales microbianas como una manera de prevenir enfermedades infecciosas,” comenta Kasper, quien también es el profesor William Ellery Channing de la Escuela de Medicina y Hospital de Mujeres de Brigham. “Otra opción terapéutica es el uso de microbios comensales como probióticos para evitar enfermedades diarreicas”. 

 

Infecciones diarreicas—que comúnmente se dan como consecuencias por E. coli y rotavirus—es la primera causa de desnutrición, y la segunda causa de muerte en niños menores de 5 años a nivel mundial. Según la Organización Mundial de la Salud, estas infecciones causan alrededor de 1.7 billones de infecciones, y la muerte de más de 520,000 personas al año.

 

Al no haber tenido ninguna exposición a los microbios previamente, el sistema inmunológico de los recién nacidos es una hoja en blanco. Durante las primeras tres semanas, la protección inmune del bebé se deriva completamente de los anticuerpos maternos que recibió como feto a través de la placenta durante el embarazo, durante el nacimiento por el canal de parto, y el amamantamiento.

 

En este estudio, las pruebas se hicieron en ratones recién nacidos y genéticamente diseñados para que carecieran de Linfocitos B, los fabricantes de anticuerpos en el sistema inmunológico.

 

Algunos de los ratones recién nacidos fueron, subsecuentemente, criados por madres que también carecían de Linfocitos B, por lo que ellas tampoco contaban con anticuerpos protectores.

 

Otros ratones fueron criados por madres con sistemas inmunológicos sin alteraciones. Los ratones que eran expuestos a los anticuerpos de sus madres eran bastante más resistentes a infecciones de E. coli que aquellos que no fueron expuestos a estos anticuerpos.

 

Los investigadores observaron que era como si las crías rechazaran los patógenos. De hecho, sus intestinos tenían 33 bacterias de E. coli menos que los ratones que carecían anticuerpos maternos.

 

Mientras tanto, los bebés que no fueron expuestos a estos anticuerpos protectores desarrollaron infecciones de E. coli.

 

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Los investigadores también pudieron señalar los organismos específicos que inducen la formación de anticuerpos protectores: un microbio llamado Pantoea, miembro de la familia bacteriana Enterobacteriaceae, la cual reside en los intestinos de ratones y otros mamíferos, incluyendo humanos.

 

Igualmente, los experimentos demostraron que los anticuerpos llegan a los intestinos y al torrente sanguíneo de los recién nacidos a través del receptor FC neonatal, un canal molecular en la placenta que ayuda a transportar anticuerpos protectores de la madre al feto.

 

Hasta ahora, se sabe que este receptor transporta anticuerpos a través de la placenta. Sin embargo, experimentos que se han llevado a cabo en estudios nuevos muestran que este receptor también absorbe anticuerpos derivados de la leche y los transporta a los intestinos y torrente sanguíneo de los ratones recién nacidos, asegurando una protección sistémica.

 

Los ratones adultos, cuyos receptores neonatales dejan de funcionar con la edad, no transferían anticuerpos protectores de sus intestinos al torrente sanguíneo, reveló el experimento.

 

Fuente: Wen Zheng, Wenjing Zhao, Meng Wu, Xinyang Song, Florence Caro, Ximei Sun, Francesca Gazzaniga, Giuseppe Stefanetti, Sungwhan Oh, John J. Mekalanos & Dennis L. Kasper. “Microbiota-targeted maternal antibodies protect neonates from enteric infection”. Nature (2020).